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jueves, 24 de julio de 2014

Aceptación

Mi abuela solía decir que las desgracias no vienen solas, ahora entiendo el motivo, uno las atrae, digamos que ellas no vienen (las desgracias) por venir, por gusto,   ahora yo lo traduzco en un nuevo dicho, los aprendizajes nunca llegan solos.

Un aprendizaje que me revolucionó, el hecho de ser aceptado y cuando no es así, ¿qué sucede?

Explico el suceso: en mi clase de pintura estaba pintando un cuadro, cuando terminé el boceto y empecé a poner color, pero no me gustan los cuadros planos, me gustan con textura, entonces la maestra me dijo, ¿empiezas con el color? con una sonrisa, y le dije si, seguido de un, me gustaría con textura, de inmediato su cara se tornó rígida, la sonrisa desapareció y me dijo, puedes hacerlo como tú quieras, y se fue a traer la espátula con la mezcla, en ese preciso segundo cuando ella tuvo esa reacción mi interior se sintió no aceptado, hasta le dije, ¿qué piensas tú? y contesta, es tu cuadro, hazlo como tú quieras, y ¡ZAZ!, cachetada con guante blanco, claro, es mi cuadro, claro lo hago como yo quiero, entonces ¿porqué necesito su aprobación?



Primero me llegó una incomodidad, como si me sintiera rechazada porque pensaba de una forma distinta, luego pensé, tal vez ella sepa más que yo, lo cual es así, y yo estoy equivocada en lo que deseaba por eso me sentía así, después llegaron los "síntomas" en el otro (la maestra), cara un poco más seria, un poco de distancia, el decirme "puedes hacerlo como tú quieras", y su mirada que no quería converger con la mía, como si hubiera pintado una raya imaginaria entre ambas.


Entonces, en los minutos siguientes empecé a sentirme incómoda, como si lo que hacía no estuviera bien hecho porque no había recibido "su aprobación" y otro ¡PLING!, ¿necesito la aprobación del otro para funcionar?, ¿para qué la necesito?, ¿en qué me beneficio al tenerla?, y, si no la tengo, ¿cómo  afecta a mi yo interno?, todo esto transcurrió en el espacio de una hora y cuarenta y cinco minutos, en los cuales empecé a dudar  por completo de lo que estaba haciendo, a sentirme hasta incómoda...

En el transcurso de los minutos, poco a poco, empecé a dejar de pensar, a fluir en lo que hacía, a centrarme en mi objetivo y, de repente llegó una pensamiento, si el otro no acepta lo que haces, no es problema tuyo sino de él.

Cada uno tenemos esquemas preestablecidos que nos hacen funcionar de una u otra forma, si en el fondo yo busco la aceptación es porque yo misma en ese aspecto no me acepto, no me reconozco, entonces le doy al otro esa responsabilidad, o sea, le digo inconscientememte al otro, hey, si no me aceptas me sentiré mal y envolvemos la situación a nuestro favor o conveniencia.

El resultado final es que yo aprendí a aceptar que está bien el no saberlo todo, aunque si sé lo que quiero que es diferente, así como aceptar que lo importante es llegar a la meta; el proceso, el camino que te lleva dejará aprendizajes, por ejemplo, en este proceso aprendí que mi maestra tiene ya la pintura en la mente terminada, de acuerdo a sus mapas, a su experiencia por lo tanto cuando algún color, textura o forma cambian su pintura se modifica y por ende debe recomponer, y al hacerlo genera pequeñas crisis.



Ella aprendió a conocerme y yo aprendí a aceptar, un binomio bastante interesante para mi, dualidad, dicotomía, siempre dos lados, alma, espítitu....palabras tan viejas en tiempos modernos que no han acabado de acomodarse, será que nuestra tarea es además de sacarlas nuevamente a la luz ponerlas en práctica.

El resultado final es esta imagen.

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