Cuenta la leyenda, la mía, que una mujer vivía en un mundo creado de realidad, donde la gente vivía deseando, anhelando y confiando que algún día todo lo que pedían, día con día, llegaría así, sin más.
Claro, que esta mujer, como la mayoría de los seres humanos, también pedía, pero "nunca" lograba sentirse satisfecha, por mucho que tuviera, por mucho que le dijeran que lo tenía todo, ella no se sentía satisfecha.
Encerrada en sus misterios, un día de muchos observaba la luna, ahí, tan hermosa, en ocasiones imponente, majestuosa, brillante; otras tímida, apenas asomando una breve y pícara sonrisa, esta luna siempre la acompañaba; cada noche al mirar por el balcón veía como caminaba en el cielo desde que se despertaba hasta que se iba a descansar, este recorrido, tal vez, sería para que todos podamos observarla o agradecerle que nos de su luz durante la oscuridad.
Esta mujer, no sabía que una noche, una muy callada y apacible noche, la luna le tenía una sorpresa...ella desde su lugar, cada noche escuchaba y veía a la mujer abrumarse con sus pensamientos, deseando, anhelando aquello que creía la haría feliz, entonces, sin más le ofreció un regalo, el regalo más hermoso que jamás nadie haya deseado recibir!, un regalo que sólo ella podría abrir, un regalo que estuvo siempre, pero no lo veía con los ojos correctos...
Esa noche la luna feliz de que la mujer aceptó el regalo, se quedó maravillada ante la brillantez que provenía del lugar, donde cada noche la mujer la admiraba y acompañaba, esa noche, la mujer ya no pedía, ya no deseaba, ya no anhelaba, esa noche la mujer abrió su mirada a su propia existencia y feliz de haberlo descubierto corrió a contárselo a la luna, pero ella, en un instante....sólo por un instante..... le hizo ver que todo es posible..... y se vistió de amanecer.....
La luna que se vistió de amanecer |
Fuentes
http://lema.rae.es
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