Traductor

martes, 25 de noviembre de 2014

Entre comidas

Hoy me di cuenta de algo, de cuántas veces me he sentado a comer, sólo a comer, sólo a eso, a comer; y pues creo que nunca...justo hoy me di cuenta porque estaba desayunando en un café antes de ir a mi clase de pintura y saqué mi celular, entonces me di cuenta de que ahí no tenía señal y pensé, mmh y ahora ¿qué voy a hacer? y ZAZ!, pues si veniste a desayunar, PUES DESAYUNA!.

Estamos acostumbrados, casi siempre, a hacer otras cosas cuando comemos menos el darnos cuenta de que estamos comiendo, y lo digo, porque justo ahí mismo en el café había otras tres personas leyendo el periódico, aquí una de ellas.


Leen, casualmente le dan una mordida a su comida, como si lo importante fuera leer, no comer...incluso yo escribí estas palabras entre mordida y mordida, digo, para que no se me fuera la idea jejeje...

¿Será esto posible?
Esto me llevó nuevamente a pensar lo que últimamente me trae de cabeza, el no vivir el ahora, no vivir el momento...

¿Qué será acaso difícil desayunar, comer o cenar sin necesidad de la televisión, la lectura, la plática?...sólo comer... se supondría que cuando me siento a comer es porque tengo hambre y deseo hacerlo, pero pareciera que el acelere de cada día (y lo aprendido) me dice: Hey tienes que hacer otra cosa a parte de comer  "si no estás perdiendo el tiempo"...

Al menos yo estoy "acostumbrada" a hacer múltiples cosas mientras como, incluso hago el aseo mientras como, o lavo los trastes o cocino, "así gano tiempo"...pero, para qué????, para qué quiero ganar tiempo si lo estoy perdiendo no haciendo algo tan simple como comer?
Y les digo algo, lo intenté, dejé de escribir, tomé mi bocadillo, lo vi, pensé, ahora sólo voy a comer, le di una mordida, lo saboreé y después pensé, ¿qué estará leyendo el señor tan atento en el peródico? y ZAS!, volví a desviar la atención, me dio mucha risa el no poder sólo concentrar mi atención en algo tan simple (no tanto...) como comer, ¿de cuántas más cosas me estoy perdiendo por pensar en otras???, rara la naturaleza humana que piensa que haciendo más cosas aprovecha más y mejor el tiempo, sin pensar que durante ese lapso, ni "una" siquiera se hizo con consciencia plena...

Eckhart Tolle habla mucho al respecto en sus libros, sin embargo de que me sirve leer si no lo aplico, leer por leer creo que no me ha ayudado, parece que tengo tarea para largo...

Y tú que me lees, ¿cuántos pensamientos llegaron a tu mente mientras lo hacías?, ¿pensaste acaso en que necesitabas hacer la compra?, o ir por los hijos? o preparar la comida? o simplemente divagaste y olvidaste lo que estabas leyendo...?





jueves, 13 de noviembre de 2014

La planchadora

¿Cómo aprendí a centrar mis ideas planchando?

Pues fácil no fue, sólo así, de muchos días un día pasó y les platico cómo fue.

Un día lleno de estrés, enojos, malestares físicos, ya sea la espalda, la rodilla, la migraña y muchos más, miré la silla donde pongo la ropa para planchar, un montón de ropa multicolor de diversos tamaños, el cual, ya tenía ahí varios días, volvía a lavar y lo nuevo lo iba apilando, hasta que de tan alto dije, creo que ahora si "tengo" que planchar.  

Justo ese día me sentía bastante desanimada, no se si hormonal o espiritual, pero fue un día de esos días que uno quisera pasar rapidito y pensé, creo que planchando me "distraeré".


Inicié un tanto molesta por tener que hacerlo, sin embargo, a los pocos minutos empecé a sentir como mi frente y entrecejo se relajaban dejando ver las líneas provocadas por el gesto, veía la ropa y me imaginaba lo bien que se verían ya sea mi esposo o mi hija cuando se la pusieran, entonces pensé que si la planchaba enojada entonces la prenda absorvería mi enojo y cuando se la pusieran este entraría en el ánimo del portador, luego me dije, pero estás divagando o qué?, claro, que más, el ego que se mete entre el medio para romper el momento.

Y justo "decidí" planchar con ganas de planchar, total, de todos modos lo "tengo" que hacer, más me vale hacerlo con gusto.

Cada arruga que quitaba pensaba que era un sentimiento de esos que uno no quiere tener, entonces lo planchaba dos veces para así eliminarlo; al sentir el vapor pensaba que se evaporaban las angustias, enojos, miedos, ansiedades, etc., por los recuerdos, ya que, son sólo eso, recuerdos, ya no existen en mi presente y sin embargo cuántas veces los "hago" y los siento como si lo estuvieran...un ligero roce de la plancha a mi mano me recordó que  este era mi presente y agradecí que sólo fuera un rozón y así, de repente, llegó el "hubiera", ¿qué tal si me hubiera quemado más?, ¿qué hubiera hecho si mi hija está dormida y tengo que ir al hospital?, ¿qué hubiera pasado si me hubiera....? y así una ráfaga de futuro ansiolítico me sobresaturó!, pero, afortunadamente me dí cuenta, me di cuenta de que me estaba otra vez provocando "yo misma" todos esos sentimientos negativos, nadie más, yo sola y mi ego, claro...

Me dije, ok, pensar es inevitable, piensa uno todo el tiempo, pero uno puede decidir qué pensar no?, pues decidí en ese momento pensar en sólo planchar y así lo hice, me decía estoy planchando esta camisa, primero el cuello, listo, ahora la manga derecha y repasaba cada parte cuidadosamente, ahora la manga izquierda y que me llega otro pensamiento y que le digo gracias que yo sigo planchando, ahora un lateral y me fijo bien de que cada arruga quede alisada, con el vapor funcionando y me concentro en eso, sólo en planchar, llegaron más pensamientos, los cuales deje ir así de rápido como llegaron...

Al terminar, una hora después, me di cuenta de que planchando me sentía sensacional, que la ropa me había quedado bastante bien y que mi familia se vería estupenda con ella puesta, en ese lapso de tiempo viví sólo el presente, sólo lo que estaba haciendo, sin recuerdos entrometidos ni futuro incierto.

Cabe señalar que para mi antes planchar era algo así como un castigo terrible!!!, y ahora, planchar se ha convertido en algo así como hacer una meditación profunda o recibir un regalo lleno de bendiciones.

Ahora ya no "tengo" que planchar sino "quiero" planchar, podría hacerlo alguien por mi, como antes, sin embargo no quiero, es algo personal, la ropa de mi familia; se que sólo es un objeto, pero al traerlo puesto se convierte en un objeto con sentido para quien lo usa.

viernes, 31 de octubre de 2014

Oración para el amor

Vamos a compartir un bello sueño juntos: un sueño que querrás tener siempre. En este sueño te encuentras en un precioso día cálido y soleado. 
Oyes los pájaros, el viento y un pequeño río. Te diriges hacia él; en su orilla hay un anciano que medita y ves que, de su cabeza, emana una luz maravillosa de distintos colores. Intentas no molestarle, pero él percibe tu presencia y abre los ojos, que rebosan amor. 
Sonríe ampliamente. Le preguntas qué hace para irradiar esa maravillosa luz, y si puede enseñarte a hacerlo. 
Te contesta que hace muchos, muchos años, él le hizo esa misma pregunta a su maestro.

El anciano empieza a explicarte su historia:
«Mi maestro se abrió el pecho, extrajo su corazón, y de él, tomó una preciosa llama. Después, abrió mi pecho, sacó mí corazón y depositó esa pequeña llama en su interior. Colocó mi corazón de nuevo en mi pecho, y tan pronto como el corazón estuvo dentro de mí, sentí un intenso amor, porque la llama que puso en él era su propio amor.»


Esta llama creció en mi corazón y se convirtió en un gran fuego que no quema, sino que purifica todo lo que toca. Este fuego tocó todas las células de mi cuerpo y ellas me entregaron su amor. Me volví uno con mi cuerpo y mi amor creció todavía más. El fuego tocó todas las emociones de mí mente, que se transformaron en un amor fuerte e intenso. Y me amé a mí mismo de una forma absoluta e incondicional.

- Pero el fuego continuó ardiendo y sentí la necesidad de compartir mi amor. Decidí poner un poco de él en cada árbol, y los árboles me amaron y me hice uno con ellos, pero mí amor no se detuvo, creció todavía más. Puse un poco de él en cada flor, en la hierba y en la Tierra, y ellas me amaron y nos hicimos uno. Y mi amor continuó creciendo más y más para amar a todos los anímales del mundo. Ellos respondieron a él, me amaron y nos hicimos uno. Pero mi amor continuó creciendo más y más.



- Puse un poco de mi amor en cada cristal, en cada piedra, en el polvo y en los metales, y me amaron y me hice uno con la Tierra. Y entonces decidí poner mi amor en el agua, en los océanos, en los ríos, en la lluvia y en la nieve, y me amaron y nos hicimos uno. Y mi amor siguió creciendo todavía más y más. Y decidí entregar mi amor al aire, al viento. Sentí una fuerte comunión con la Tierra, con el viento, con los océanos, con la naturaleza, y mi amor creció más y más.


- Volví la cabeza al Cielo, al sol y a las estrellas y puse un poco de mi amor en cada estrella, en la luna y en el sol, y me amaron. Y me hice uno con la luna, el sol y las estrellas, y mi amor continuó creciendo más y más. Y puse un poco de mi amor en cada ser humano y me volví uno con toda la humanidad. Dondequiera que voy, con quienquiera que me encuentre, me veo en sus ojos, porque soy parte de todo, porque amo.


-Y entonces el anciano abre su propio pecho, extrae su corazón con la preciosa llama dentro y la coloca en tu corazón. Y ahora esa llama crece en tu interior. Ahora eres uno con el viento, con el agua, con lasestrellas, con toda la naturaleza, con los animales y con todos los seres humanos. Sientes el calor y la luz que emana de la llama de tu corazón.  De tu cabeza sale una preciosa luz de colores que brilla.

Estás radiante con el resplandor del amor y rezas:

Gracias, Creador del Universo, por el regalo de la vida que me has dado. Gracias por proporcionarme todo lo que verdaderamente he necesitado. Gracias por la oportunidad de sentir este precioso cuerpo y esta maravillosa mente. Gracias por vivir en mi interior con todo tu amor, con tu espíritu puro e infinito, con tu luz cálida y radiante.


Gracias por utilizar mis palabras, mis ojos y mi corazón para compartir tu amor dondequiera que voy. Te amo tal como eres, y por ser tu creación, me amo a mí mismo tal como soy. Ayúdame a conservar el amor y la paz en mi corazón y a hacer de ese amor una nueva forma de vida, y haz que pueda vivir amando el resto de mi existencia. Amén




Ruiz. M. Los cuatro acuerdos. 1998. Ediciones Urano. pp 33,34.